PILAR G. DEL BURGO
VALENCIA «En otros hospitales, la embarazadas piden la epidural, aquí entran y lo primero que dicen es: no quiero epidural». Soledad Carregui es el alma máter de los paritorios del hospital de La Plana donde las catorce matronas y los ginecólogos comparten el mismo anhelo de que la mujer sea la protagonista de su propio parto para evitar la medicalización innecesaria.
Este centro hospitalario es el primero de la Comunitat Valenciana, y uno de los pioneros de España, que ha sabido revertir la maldición bíblica de «parirás con dolor» para convertirla a través de la aplicación de técnicas naturales y milenarias, como la acupuntura, la moxibustión o el manteo, en «parirás con amor».
El paritorio parece la suite de un hotel, diáfano, con una decoración minimalista y cálida, una enorme bañera que se usa para aliviar el dolor y en ocasiones también para alumbramientos, una cama normal (las patas del potro solo se sacan si son necesarias) y sin artilugio alguno a simple vista, ni siquiera el olor, que haga sentir a la futura madre que se encuentra en un hospital. Las conexiones para los goteros y el oxígeno están ocultas tras las puertas corredizas de pequeños armarios situados encima del cabezal de la cama. En la estancia suena una música de relajación y entrar allí es como estar en el corazón de un spa. La aventura comenzó hace casi una década.
VALENCIA «En otros hospitales, la embarazadas piden la epidural, aquí entran y lo primero que dicen es: no quiero epidural». Soledad Carregui es el alma máter de los paritorios del hospital de La Plana donde las catorce matronas y los ginecólogos comparten el mismo anhelo de que la mujer sea la protagonista de su propio parto para evitar la medicalización innecesaria.
Este centro hospitalario es el primero de la Comunitat Valenciana, y uno de los pioneros de España, que ha sabido revertir la maldición bíblica de «parirás con dolor» para convertirla a través de la aplicación de técnicas naturales y milenarias, como la acupuntura, la moxibustión o el manteo, en «parirás con amor».
El paritorio parece la suite de un hotel, diáfano, con una decoración minimalista y cálida, una enorme bañera que se usa para aliviar el dolor y en ocasiones también para alumbramientos, una cama normal (las patas del potro solo se sacan si son necesarias) y sin artilugio alguno a simple vista, ni siquiera el olor, que haga sentir a la futura madre que se encuentra en un hospital. Las conexiones para los goteros y el oxígeno están ocultas tras las puertas corredizas de pequeños armarios situados encima del cabezal de la cama. En la estancia suena una música de relajación y entrar allí es como estar en el corazón de un spa. La aventura comenzó hace casi una década.
Favorecer la fisiología
«En 2002 comenzamos a plantearnos otra manera de asistir los partos porque vimos que teníamos que cambiar y actualizarnos, y en ese proceso fue cuando empezamos a buscar mecanismos para favorecer la fisiología del parto, aumentar la confianza en el cuerpo de la mujer, y disminuir la medicalización y el intervencionismo técnico en la medida de lo posible», refiere Soledad Carregui.
Ginecólogos y matronas hicieron piña ante el proyecto y se fijaron los mismos objetivos: evitar episiotomías, favorecer la movilidad en el parto, dejar que la mujer se coloque como lo sienta, favorecer el contacto piel con piel con el bebé, cuidar el ambiente para que la pareja disfrute como algo único, disminuir el número de cesáreas (cuestionar el por qué) y ayudar a la mujer con métodos que alivien su dolor, para que la única alternativa no sea la epidural.
«Es un cambio de conciencia de la mujer que quiere más autonomía en su parto, tomar las decisiones y ser la verdadera protagonista», precisa la profesional que apunta que durante los últimos años el cambio ha sido progresivo: «se ha modificado la manera de hacer de los ginecólogos, matronas y de los equipos de las plantas. Todos los profesionales estamos implicados en el cuidado de la madre y del bebé y los partos los atendemos las matronas».
Y para adecuarse a este cambio avanzado de conciencia en el enfoque del trabajo, las matronas hicieron hace año y medio un cursillo de acupuntura para ofrecer a las gestantes los beneficios de esta técnica de la medicina china.
Terapia reconocida por la Unesco
Las agujas las utilizan para aliviar el dolor —«aunque poco, porque no hay evidencia científica»— y para provocar contracciones e inducir el parto. «También se emplean para desprender la placenta y, en ese caso, usamos una punción en dos puntitos que provoca un descenso de energía que favorece el alumbramiento de la placenta», relata la profesional.
El equipo de matronas del hospital de la Plana también usa esta técnica, que fue declarada por la Unesco en 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, para tratar los edemas de las piernas de las embarazadas, favorecer la diuresis (eliminación de líquidos de forma natural), tratar las náuseas y aliviar las pequeñas molestias del embarazo sin tener que recurrir a la medicación.
Este equipo innovador y humanista tiene previsto tabular ahora en un estudio en el que participarán mujeres que se encuentran en las 40 semanas y 5 días de gestación los beneficios de la acupuntura, «porque lo que se pretende es evitar inducciones por gestación prolongada y tratamientos con oxitocina para que la mujer se ponga de parto espontáneamente».
Sin embargo, Soledad Carregui precisa que si la mujer llega a las 42 semanas sin haber dado a luz se considera que se trata de una «gestación prolongada» y el parto se induce de forma medicamentosa y sin prejuicio alguno.
¿Qué ventaja aporta la acupuntura a la hora de parir?
«Evitar las cesáreas, porque a mayor número de partos inducidos, mayor tasa de cesáreas», precisa la matrona que indica que su hospital tiene uno de los índices más bajos de la C. Valenciana, de 8,7 a 12,6 %, mientras que en otros centros es del 24 % y en la privada se dispara hasta el 40 %.
Moxibustión para colocar al bebé
Esta otra técnica, reconocida también por la Unesco, consiste en aplicar calor a través de una moksa, que es como un pequeño puro de artemisa que se prende, en puntos específicos —que también son de acupuntura: el vejiga 67 que está localizado en el ángulo externo de la uña del dedo meñique del pie— para favorecer la movilidad del bebé intraútero.
«Se usa cuando el niño está de nalgas para que se coloque bien; el marido se encarga de aplicar la ´moksa´ dos o tres veces al día a la mujer a partir de la semana 35 del embarazo, a la semana 36 vuelve al hospital, si el niño ya está en posición cefálica se detiene el tratamiento y si sigue de culete se prolonga otra semana más. Si en la semana 37 el niño no se ha movido y sigue en posición podálica a la mujer se le ofrece la versión externa, una técnica médica que practican los ginecólogos —un masaje circular sobre el vientre— que se hace manejando simultáneamente el ecógrafo para saber en todo momento la posición del niño».
El equipo de matronas del hospital de la Plana usa también una antiquísima técnica mexicana, denominada manteo —un masaje en la zona lumbar que se da con fuerza— para agitar la pelvis cuando el niño está encajado y de nalgas para liberarlo y subirlo hacia arriba. Se practica antes de que los ginecólogos comiencen con la versión externa para colocar al niño en posición cefálica.
«Los mismos ginecólogos nos piden que manteemos a la mujer cuando el niño está encajado en la pelvis para que se suelte», añade Soledad que destaca que el manteo se usa cada vez más. «Nos cuesta un sobre esfuerzo porque hay que hacer una fuerza brutal pero lo hacemos porque hemos visto que da muy buenos resultados». De hecho, esta técnica se ha empleado desde tiempos ancestrales en México para ayudar a las mujeres a parir.
«No hay efectos secundarios, el coste es económico y hay muchos beneficios», destaca la profesional que apunta ahora hacia un nuevo objetivo: aprender hipnosis para mejorar la fisiología y aliviar el dolor. Y seguro que lo consiguen.
«Me gusta probar otras terapias y estoy abierta a todo»
Eugenia Gresa, la protagonista del reportaje fotográfico, se sometió gustosa a las sesiones de acupuntura para que el parto fuera natural, pero al llegar a la semana 42 y convertirse en una gestación prolongada se lo tuvieron que provocar con oxitocina. «La experiencia con la acupuntura y probar nuevas técnicas me gustó mucho aunque al final el parto haya sido provocado».
Eugenia confiesa que su hijo, que ya ha nacido, ha sido un niño muy deseado y que antes de comenzar con la acupuntura tomó medicación de homeopatía para que el parto fuera bien. «Me gusta probar otras terapias y estoy abierta a todo», agregó. En una de las cuatro salas de dilatación del hospital de La Plana, las matronas han colgado del techo unas cuerdas donde la mujer se coloca, como si fuera un columpio, dejando caer el cuerpo hacia abajo para liberar la pelvis y que el niño se coloque mejor. Una vez allí, se la empieza a hacer un movimiento de rotación desde las lumbares para que el niño se libere», explica la matrona Soledad Carregui. Otra peculiaridad es el «canguro papá», una modalidad que se ofrece al padre cuando a la mujer se le practica la cesárea para que el niño en vez de estar en la cuna mientras a la madre se la cose, esté sobre el torso paterno. «Es muy importante para que ambos empiecen a conocerse y establezcan vínculos fundamentales en su vida». p. g. b. valencia
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