Dña. Guillermina Simó. Maestra de Reiki. Quromasajista especializada en Masaje Terapéutico y Prenatal
“Quien domina los olores, domina el corazón de los hombres”.
Así describe Patrick Süskind, en su novela EL PERFUME, el poder de los olores para provocar emociones en el hombre.
Aunque normalmente no solemos prestarle demasiada atención, el sentido del olfato es particularmente poderoso.
Está conectado al sistema límbico, la parte del cerebro humano que controla las emociones y que posee importantes funciones relacionadas con la memoria.
Estudios recientes confirman que los olores que percibimos tienen un impacto significativo sobre nuestro estado anímico.
Se ha descubierto en Chicago, que los pacientes que pierden el sentido del olfato, presentan un alza significativa en problemas tales como ansiedad y depresión.
Básicamente, se conocen los resultados de la Aromaterapia aplicada a través de la vía de absorción más conocida: la vía aérea o respiratoria.
En Japón, se utiliza la difusión atmosférica para reducir el estrés y mejorar el rendimiento.
En Francia, a través de difusores, para ayudar a pacientes con cáncer a sentirse mejor.
Se han introducido ya en hospitales españoles los difusores con la finalidad de quitar el tan molesto y desagradable “olor a hospital” que todos conocemos.
Sin embargo, aunque en la Aromaterapia moderna el sentido del olfato tiene un lugar importante, lo cierto es que ésta va mucho más allá.
La Aromaterapia no es únicamente el uso de los aromas, sino que más bien se trata de un arte muy antiguo, fundamentado en el uso de lo que se conoce como Aceites Esenciales.
Así pues, podríamos decir que la Aromaterapia es la curación de las enfermedades y el desarrollo del potencial humano, mediante la utilización de los Aceites Esenciales de las plantas que hayan conservado sus características y propiedades mediante una correcta extracción.
Es el uso terapéutico de estos aceites, lo cuales entran a través de nuestro sistema olfativo y afectan al sistema nervioso.
Es por ello que la Aromaterapia nos recuerda que es necesario recuperar y desarrollar el sentido del olfato si deseamos beneficiarnos plenamente de todas las riquezas que, generosamente nos ofrece la Madre Tierra, y las cuales pueden ayudarnos a solucionar muchos de los problemas de salud que surgen cuando se rompe el equilibrio tanto físico como emocional.
Las propiedades terapéuticas de los Aceites Esenciales se conocen desde la antigüedad.
La medicina Ayurveda de la India aplica su uso desde tiempos remotos.
Los egipcios usaban aceites como medicina, para el masaje y los baños.
Los griegos y romanos, para sanar heridas, purificar el aire y embalsamar cadáveres.
Pero si se trata de encontrar un medio para utilizar la Aromaterapia como método de sanación integral, nada mejor que utilizarla combinada con los masajes.
La piel es un sistema dinámico, rico en factores promotores del crecimiento y analgésicos naturales.
Podemos despertar esta farmacia natural a través del masaje.
Los Aceites Esenciales están compuestos de moléculas diminutas que penetran con facilidad a través de la piel, llegando hasta la sangre.
Su estructura posee el más alto nivel de oxigenación que se conoce hasta hoy, lo cual ayuda a que las células expulsen toxinas y atraigan potasio con mayor facilidad.
Al combinar Aromaterapia con masaje, la fricción producida por éste ayuda a mejorar la penetración de los aceites a través de la piel.
Fue Marguerite Maury, una bioquímica francesa, quien a mediados del siglo XX reintrodujo el uso de los Aceites Esenciales en la práctica del masaje.
Cada Aceite tiene una identidad, un aroma y unas características propias.
Los usos más habituales o más conocidos son los que se emplean para estimular, o bien para relajar.
Alivian dolores y contracturas musculares.
Son de gran ayuda en los drenajes linfáticos manuales, gracias a su elevado nivel de oxigenación.
El Aceite Esencial de Pimienta Negra es un gran aliado contra la retención de líquidos.
En definitiva, la facilidad de absorción de la piel permite que los componentes activos penetren directamente en nuestro organismo, mejorando nuestro sistema y actuando sobre la circulación sanguínea, los tejidos y los órganos y nos ayudan a equilibrarnos, tanto física como psicológicamente.
Así pues, si hemos visto cómo pueden beneficiarnos los diferentes Aceites Esenciales en combinación con una terapia manual como es el masaje, podemos imaginar cómo van a ser los efectos resultantes en el bebé, cuando los introducimos en el Masaje Infantil Terapéutico.
El Masaje Infantil es un arte muy antiguo, milenario, aplicado desde su primer día de vida a los bebés en la India para estimular sus sentidos y nutrirles afectivamente a través de la piel.
Es el arte de tocar al niño y transmitirle, a través del masaje, amor, salud física, mental, emocional y espiritual.
En Oriente, su práctica está tan difundida que se utiliza en los hospitales de Medicina Tradicional para tratar los trastornos comunes de la infancia.
Éste método fue introducido en Occidente gracias al doctor Leboyer, en los años 50.
Leboyer descubrió que un método tan sencillo como el que utilizan las madres al masajear a sus bebés recién nacidos en plena calle con aceite templado, y que aún en estos días se sigue practicando, aumenta el conocimiento sensorial del niño, regula la circulación sanguínea y mejora el tono y el crecimiento de los músculos.
La introducción y combinación de los Aceites Esenciales en el Masaje Infantil proporciona efectos que elevan las emociones, promueven el sueño, mejoran la circulación, reducen la irritación y calman la ansiedad.
La elección del Aceite Esencial que hagamos va a depender del resultado que queramos obtener.
Básicamente, en estas edades nuestra elección siempre se basa en los Aceites que, combinados con el aceite base, nos dan como resultado una regulación de las funciones respiratoria, circulatoria y gastrointestinal. Ésta última, relacionada con los conocidos cólicos del lactante, ayuda a mejorarlos.
También los que nos van a ayudar a estimular el sistema nervioso, ayudando a liberar sustancias bioquímicas que aumentan el apetito.
Los que estimulan el sistema inmunológico y favorecen el intercambio de oxígeno en los tejidos.
Y, como no, los que nos ayudan a combatir el insomnio!
En conclusión, y como dejó escrito Frederick Leboyer:
“SER CARGADOS, ACUNADOS, ACARICIADOS, TOCADOS, MASAJEADOS, CADA UNA DE ESAS COSAS ES ALIMENTO PARA LOS NIÑOS PEQUEÑOS, TAN INDISPENSABLE, SINÓ MÁS QUE LAS VITAMINAS, SALES MINERALES Y PROTEÍNAS.
SI SE LO PRIVA DE TODO ESO, Y DEL OLOR Y DE LA VOZ QUE TAN BIEN CONOCE EL NIÑO, AUNQUE ESTÉ HARTO DE LECHE, SE DEJARÁ MORIR DE HAMBRE”.
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