"Tumbada inmóvil, contemplando sobre la pared un mapa que representa las líneas de energía que conectan en una red de circuitos continuos el dedo pequeño del pie con el borde del ojo, siento que mi respiración se suaviza y mi visión se aclara.
Unos delicados alfileres sobresalen en mi codo, tobillo y rodilla. Diminutos ríos de corriente recorren mis brazos y piernas. No son como las agujas hipodérmicas que inyectan sustancias extrañas; simplemente me siento más a mi misma. Es curioso, en el sentido de raro y desconocido, pero como sensación no es desagradable. De hecho, las comisuras de mis labios están esbozando una sonrisa tonta.
La piel se extiende tirante sobre mi estructura ósea a medida que mis poros se relajan. Siento movimiento estando tumbada en silencio, consciente del impulso dentro de mi mente en reposo. Los pensamientos tropiezan con la conciencia, ruedan y desaparecen.
Con los ojos cerrados y la percepción dirigida hacia el interior, las capas simultáneas de actividad suenan como instrumentos en un concierto. Yo soy la compositora y la composición, el músico y el espectador, el intérprete y su instrumento"
Harriet Beinfield.
Entre el Cielo y la Tierra. Ed. La liebre de marzo.
Simplemente maravilloso, cada sesión de acupuntura es una experiencia distinta para el mismo paciente y diversa la forma que cada persona Lo vive.
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