El afán por estimular el deseo y mejorar la potencia sexual ha sido una
obsesión en todas las civilizaciones y religiones. Esperma de ballena,
piel de sapo o escarabajos son supuestos afrodisíacos,
cuyos efectos están más cerca del mito que de la realidad. Hasta la
fecha, pocos estudios científicos avalaban la eficacia y la seguridad de
estos productos. Un reciente estudio aporta información y analiza
muchos de los afrodisiacos naturales, aunque los expertos avisan de que
estas sustancias no están exentas de efectos indeseables.
Solo el ginseng, el azafrán y la yohimbina son afrodisíacos verdaderos.
Estas son las conclusiones de un equipo de científicos de la
Universidad de Guelph (Canadá), que ha efectuado una revisión de
estudios realizados sobre los afrodisíacos naturales. Entre todas las
sustancias supuestamente afrodisiacas, solo el azafrán, el ginseng y la
yohimbina parecen tener los efectos buscados. El Panax ginseng,
conocido como ginseng o ginseng chino, es una planta de origen
asiático. Su raíz se emplea de manera tradicional en medicina china y se
utiliza desde hace miles de años como tónico y estimulante. Según el
estudio, sus propiedades afrodisiacas son fundadas, con efectos
positivos sobre el impulso y el rendimiento sexual.
El azafrán también ha aprobado el examen. Esta especia
derivada de la flor "Crocus sativus" ya se utilizaba en el Antiguo
Egipto para aromatizar y seducir, así como para realizar abluciones en
los templos y lugares sagrados. Además del azafrán, otros ingredientes culinarios con supuestas propiedades afrodisiacas son el ajo, el clavo y el jengibre,
que parecen tener ciertos efectos en el estímulo del impulso sexual.
Junto con estas, una sustancia más que sería efectiva es la yohimbina,
un alcaloide que se extrae de la corteza de un árbol africano llamado
Yohimbe. Antes de la Viagra®, era uno de los agentes utilizados para
mejorar la disfunción eréctil, aunque sus efectos son moderados.
En el estudio se revisan otras sustancias de uso común como afrodisíacos, como el ambrein (sustancia perfumada del ámbar), Muira puama (una especie de árbol originario de Brasil), la raíz de maca (planta de los Andes peruanos), la piel del sapo Bufo o la famosa cantaridina española, alcaloide obtenido de un pequeño escarabajo verde.
De todas maneras, los científicos avisan de que estas sustancias no son inocuas, ya que pueden tener efectos secundarios,
como aumento de la tensión arterial, nerviosismo, insomnio o dolor de
cabeza, entre otros. En la mayoría de ellas no se han realizado estudios
de seguridad y no se encuentran bajo ningún mecanismo de control. Por
otra parte, no es infrecuente encontrar productos falsos
con supuestas propiedades afrodisiacas. A principios de 2011, se
desarticuló una red que introducía en España medicamentos ilegales sin
embalaje y que después los comercializaba como afrodisíacos naturales.
Vino y chocolate
El vino y el chocolate son, sin duda, dos de los supuestos afrodisíacos
clásicos, cuyos efectos beneficiosos tienen lugar a varios niveles. El alcohol
es uno de los más antiguos. Actúa como desinhibidor de la conducta,
facilita el encuentro sexual e incrementa el deseo, pero tiene un efecto
contradictorio: puede dificultar la erección. Algo similar ocurre con
el cannabis: tiene efectos depresores y relajantes que hacen olvidar
prejuicios y tabúes, así como un aumento de la percepción de
sensaciones. Sin embargo, en las mujeres disminuye la lubricación
vaginal y dificulta el orgasmo y, en los hombres, reduciría la
producción de testosterona, hormona que genera apetito sexual.
En cuanto al chocolate,
su textura, aroma y sabor hacen que el estímulo placentero que provoca
su consumo abra los sentidos y predisponga a la sensualidad. Por otra
parte, contiene una sustancia -feniletilamina- que parece tener un
efecto sobre los niveles de serotonina y endorfinas cerebrales. Estas
son sustancias relacionadas con la sensación de placer y bienestar, que
pueden predisponer al erotismo y a la práctica del sexo. Otros alimentos que parecen estimular la producción de estas sustancias son las ostras y almejas,
que podrían favorecer la liberación de hormonas sexuales. En este caso,
el estímulo actúa a varios niveles, ya que las propiedades sensuales de
algunos afrodisíacos se basan en su analogía con órganos sexuales, como
en el caso de ostras y almejas.
AFRODISÍACOS EN LA FARMACIA
A pesar de los avances científicos, la mejora del apetito sexual es un
tema que hoy en día todavía no se ha resuelto de manera satisfactoria.
En los hombres, más que en la falta de deseo, el problema se centra en
las dificultades para obtener una erección satisfactoria, mientras que
en las mujeres el problema más importante se focaliza en la falta de
deseo, sobre todo, al llegar la menopausia. No hay fármacos que incrementen el deseo sexual en los hombres.
Al contrario de la opinión general, la Viagra® (sildenafilo) no es un estimulante de la libido. En realidad no actúa sobre el deseo, sino sobre el mecanismo de la erección, que facilita el efecto local de llenado de los cuerpos cavernosos del pene.
Uno de los tratamientos que pueden actuar sobre el deseo masculino asociado a la andropausia son los parches de testosterona. Es una terapia de reemplazo hormonal justificada por bajos niveles de testosterona. En las mujeres, la testosterona también juega un papel. Con la menopausia, además de una caída significativa del nivel de estrógenos, también hay una reducción en la producción de testosterona. Los bajos niveles de esta hormona se asocian a una disminución del deseo sexual, con reducción de los pensamientos y la excitación.
Por otro lado, hace unos meses, Boehringer Ingelheim anunció que abandonaba el proceso de comercialización de la flibanserina. Conocida como la "viagra rosa", este antidepresivo frustrado prometía ser el primer tratamiento eficaz para mejorar el deseo sexual femenino. La FDA negó su autorización debido a que había dudas sobre su seguridad y a los bajos índices de efectividad.
Al contrario de la opinión general, la Viagra® (sildenafilo) no es un estimulante de la libido. En realidad no actúa sobre el deseo, sino sobre el mecanismo de la erección, que facilita el efecto local de llenado de los cuerpos cavernosos del pene.
Uno de los tratamientos que pueden actuar sobre el deseo masculino asociado a la andropausia son los parches de testosterona. Es una terapia de reemplazo hormonal justificada por bajos niveles de testosterona. En las mujeres, la testosterona también juega un papel. Con la menopausia, además de una caída significativa del nivel de estrógenos, también hay una reducción en la producción de testosterona. Los bajos niveles de esta hormona se asocian a una disminución del deseo sexual, con reducción de los pensamientos y la excitación.
Por otro lado, hace unos meses, Boehringer Ingelheim anunció que abandonaba el proceso de comercialización de la flibanserina. Conocida como la "viagra rosa", este antidepresivo frustrado prometía ser el primer tratamiento eficaz para mejorar el deseo sexual femenino. La FDA negó su autorización debido a que había dudas sobre su seguridad y a los bajos índices de efectividad.
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