Decidido a invertir más en salud, dado el escaso espacio que me queda en mi vida diaria para la actividad física, lo mejor es ir al trabajo haciendo ejercicio.
Aprovechando la inversión que hace la ciudad de Alicante en el carril bici, es el mejor momento para, además, boicotear a los grandes jeques árabes y a esos señores que (no) les regalan trajes y gracias a los cuales pagamos los ciudadanos valencianos 5 ctms más por la gasolina.
Ir en bici, es todo un lujo, en nuestra sociedad pro-ecológica es hasta snob, pero todo son ventajas: ejercicio aeróbico, sano, quemas grasas del fin de semana -ese churrasco que ha decidio alojarse en tu barriga- mueves articulaciones, oxigenas el cerebro, no contaminas, ahorras en tu bolsillo, alargas la vida de tu coche,...
Sólo existe un pero: la escasa cultura de los ciudadanos de a pie y de los que circulan a cuatro ruedas, que convierten ir en bicicleta en una cruzada para glorificar el santo Carril Bici, porque respeten tu vida y que incrementa -cual mutante de película Marvel- potencialmente todos tus sentidos, por lo que la descarga de adrenalina agota tus riñones, llegando en un estado de euforia y agotamiento al trabajo -bendita cuesta.
Excepto este pequeño problema, lo demás son ventajas. No olviden mirar las salidas de los garajes, en el se esconden los malvados de la película, ese coche que espera que estés pendiente del señor mayor que camina por el medio del carril -en una cera de 10 metros de ancho y vacía- para arrollarte en su salida deportiva del garaje, no sea que la puerta se cierre cuando pase.
Por ahora, y hasta que el cuerpo aguante seguiré con este nuevo estilo de vida, que recomiendo gratamente
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