Déjame que lo piense

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¿Cuántas veces damos una respuesta precipitada, motivada por la presión de una situación? El estrés de nuestra vida diaria, en el trabajo, en casa, la petición de un amigo, de tu jefe, de un familiar, nos aboca a una respuesta no meditada y que muchas veces nos hace arrepentirnos, posteriormente al sentirnos obligados por nuestras palabras o por los hechos.

No debemos sentirnos obligados por el contexto, por la persona -ya sea familiar o amigo- desde la propia asertividad, permitir que la propuesta realizada sea meditada sesudamente con un simple déjame que lo piense.

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