Creatividad, intuición y expectación: nuestras guías terapeúticas.

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 El siguiente texto corresponde al segundo capítulo del libro "La Acupuntura en la Senda de la Salud" (Jose Luis Padilla Corral). Me ha gustado especialmente porque defiende la creatividad, la espontaneidad y la flexibilidad del terapeuta a la hora de establecer un tratamiento. El no ponernos límites sobre la eficacia de nuestro tratamiento basándonos en índices estadísticos de casos similares puede sorprendernos a nosotros y a los pacientes de un modo espectacular. Creatividad e intuición deberían ser nuestra batuta cuando hagamos frente a cualquier dolencia. Las recetas de la M.T.C. están bien para un porcentaje de casos, pero no olvidemos que nunca habrá dos casos iguales, porque las personas que los padecen serán obviamente distintas. Sin olvidar el cuerpo de conocimientos común y extenso que nos precede, dejémonos llevar por el momento presente y permitámonos estar abiertos en cada consulta a un número infinito de posibilidades.

EN EL UMBRAL DE LO POSIBLE

Cuando el terapéuta se plantea las posibilidades terapéuticas de su paciente, suele,

generalmente necesitar de la imperiosa necesidad de un rigido diagnóstico. Dependiendo

de las condiciones de éste y de la literatura que se posea, sobre todo occidental, así serán las

intencionalidades del terapeuta. Si la respuesta es positiva, las intenciones son buenas y

hasta creativas, pero si las informaciones son poco animosas, las intenciones decrecen, la

creatividad desaparece y, por tanto, las posibilidades de realizar algo positivo se esfuman.

Sin duda, no podemos ignorar las experiencias anteriores, que nos cuentan tal o cual posibilidades pero... Si queremos alcanzar una independencia de criterio, una creatividad y ofrecer alguna alternativa valiosa, debemos de quitar el lastre que supone las experiencias negativas anteriores o positivas.

El acto terapéutico debe de suponer una constante novedad, que ofrece continuas y novedosas posibilidades. Tanto si lanzamos jubilosos la toalla en señal de triunfo antes de la batalla, como si la tiramos antes de empezar, ya estamos quitando originalidad al tratamiento que realizamos. Igual ocurre con las estadísticas.


De qué le vale a un paciente el decirle que de su enfermedad hemos curado el 90 por 100, pero que él pertenece al 10 por 100 que no se cura.

Sin duda, si elpaciente no es idiota, no le será de ningún consuelo, cada paciente es el 100 por 100. En

cada persona están contenidas todas las posibilidades. Por tanto, las estadísticas aplicadas a personas

enfermas son engañosas.

El terapéuta que trabaja con los Niveles de Energía, como ocurre con la M. T .C., debe de

exijirse una respuesta unitaria y contundente a la hora de tratar a un enfermo. Insisto en que

no se trata de ignorar las experiencias anteriores, pero que éstas no condicionen la novedad y la

creatividad del paciente actual.

El terapéuta energético debe ser consciente de sus ilimitadas posibilidades. Pero entendamos bien, esto no significa que esté en condiciones de tratar cualquier afección.

Este es otro cantar. Las posibilidades del método no existen en limitaciones, pero el terapeuta debe de ser consciente de sus limitaciones. Este es un capítulo muy importante, el cual posibilita las continuas tentativas de preparación en profundidad. En este contexto, resulta sorprendente las alegrias que se permiten los cursillos, fines de semana, etc., sobre la preparación teórica de la M. T.C. Incluso médicos formados en China aseguran que en sólo seis meses es tiempo suficiente para conocer los sustentos teóricos de la M. T.C. Sin duda no se habla de la M. T.C., se habla de otros. asuntos que nada tienen que ver con las medicinas tradicionales. Y los chinos actuales son los primeros en afirmar que la acupuntura se reduce a su ya conocido libro «Fundamentos». Sin duda es una caricatura.

Pero, con todos los respetos, existen personas que se conforman con esta parte de la realidad. Si son conscientes de ello no existe ningún problema. Que desempeñen bien su parcela y punto... Lo malo que no es así, amparados en la mediocridad, reducen la M. T.C. a un simple juego, ni siquiera energético, entre el simpático y parasimpático, por ejemplo, y tódo al final se reduce al empleo de fórmulas establecidas, con más o menos rigor. Sin duda se trata de un simulacro de arte. Que resulta, evidentemente, muy aburrido.

El terapeuta que aspire a ser «un gran obrero», no por tener más, sino por ser más, debe de situarse en hacer bueno el lema «En el umbral de lo posible». «Todo es posible».

Cuando nos situamos ante las estructuras perturbadas, nuestro espíritu debe de situar el problema en la esfera de lo factible. Cuando se da el fenómeno del contacto, los acontecimientos se producirán de la manera en que el terapeuta sea capaz de llevarlos hacia buen fin.

¿Hasta dónde debe de llegar el compromiso del terapeuta?

El compromiso, una vez aceptado el inicio del tratamiento, debe de ser hasta que el paciente lo decida.

El compromiso del terapeuta debe de ser permanente ya que posee, o debe de poseer, los suficientes mecanismos terapéuticos capaces de acotar la enfermedad.

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