Horóscopo y personalidad ¿Existe un nexo científico?

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Con este título de entrada inquietante no me sumerjo en el mundo del ocultismo y la magia. En nuestro entorno siempre tenemos amigos o familiares que hablan sobre nuestra forma de ser relacionado con nuestro signo del zodiaco. Así pues como buen Capricornio, soy constante, racional, estable,... y dicen que  si se patologiza se puede exacerbar esa personalidad; parece ser que incluso existen libros que definen hasta los posibles problemas físicos que puede padecer una persona .¿Existe algo de cierto en ello?

Si buscamos de cualquier forma términos de personalidad y signo del zodiaco en Google los resultados que arroja están relacionados con el mundo del ocultismo; pero reformulemos la pregunta. Qué posibilidad existe que una persona pueda verse afectada por el mes y el momento del año que nazca. Partiendo de la base que la personalidad puede verse afectada por variables exógenas importantes de la vida del individuo (entorno, educación, aspectos biológicos, valores,...) si que existen ciertas evidencias que la época del año podría afectar al ritmo biológico de la persona, favoreciendo que las personas que nacen en invierno tienen más riesgo de sufrir trastornos como depresión bipolar o trastorno afectivo estacional.

En medicina china todos los elementos de nuestro planeta están relacionados a través del ciclo Shen se formula la teoría de los cinco elementos que relaciona diversas facetas de la naturaleza, el organismo humano, la personalidad, lo colores, etc... El equilibrio o desequilibrio de nuestra persona en algunas de sus fases y nuestro entorno relacionado con el momento de nuestro nacimiento favorece que tengamos un tipo de personalidad.



Relación de los cinco elementos en sus diferentes modalidades y relación con los rasgos psíquicos y la personalidad.

Ser Humano
Categoría Madera Fuego Tierra Metal Agua
Organo Yin Hígado Corazón Pericardio Bazo Pulmones Riñones
Organo Yang Vesícula biliar Intestino delgado Estómago Intestino grueso Vejiga
Función Vital Sistema nervioso Sangre, endocrino Digestión, linfa, músculos Respiración Piel Sist. urinario y reprod.
Secreciones corporales Lágrimas Sudor Saliva Mucosidad Orina fluídos sexuales
Emoción Cólera Alegría Obsesión Tristeza Miedo
Apertura Externa Ojos Lengua garganta Labios boca Naríz  Oídos
Ciclo Vital  Infancia Juventud Madurez  Vejez  Muerte
Tejidos Ligamentos nervios uñas Vasos sanguíneos Grasa músculos Piel, pelo Huesos, médula, cerebro
Rasgos Psíquicos y de la Personalidad
Energía Expansión Fusión Moderación Condensación Conservación
Proecupación mental Trabajo Estímulo Detalle Ritual Misterio
Obsesiones Respuestas, opciones, objetivos Placer, deseo, amor, divinidad Manipulación, lealtades, seguridad Perfección, orden, normas Misterios, muertes, visiones, hechos
Tendencias Riesgo, trabajo Exitación, contácto Comodidad, compañia Seguir ordenes, formular juicios Soledad, aislamiento
Necesidad emocional Estimulación Enamorarse Sentirse necesitado Tener razón Ser protejido
Temor psíquico Impotencia Aislamiento Confusión Corrupción Extinción
Virtud Benevolencia Propiedad Fe Rectitud Sabiduría
Debilidad emocional Depresión Inestabilidad Obsesión Angustia Temor


Nuestro reloj biológico es el encargado de marcar los ritmos circadianos, los ciclos biológicos de 24 horas que se encargan de determinar nuestros patrones de sueño y alimentación y que tienen un impacto en varias funciones del organismo como la actividad biológica hormonal y la actividad cerebral.

Se sabe que la actividad de este reloj circadiano está modulada por los factores externos, principalmente la variación de luz entre el día y la noche.
Pero ahora la nueva investigación -publicado en Nature Neuroscience - encontró que la estación del año en que se nace también podría tener un impacto a largo plazo en nuestros ritmos circadianos.

En experimentos con ratones recién nacidos los científicos expusieron a los animales a distintas cantidades de luz durante sus primeros meses de vida.
Algunos fueron expuestos a condiciones similares a las del verano, con 16 horas de luz y ocho horas de oscuridad cada día.
Otros recibieron sólo ocho horas de luz cada día para simular los días más cortos del invierno.
Se mantuvo a ambos grupos bajo el mismo ciclo de luz y oscuridad durante varias semanas (28 días) y después se les intercambió para someterlos al ciclo opuesto de luz y oscuridad.
Al final del experimento, cuando los ratones maduraron, fueron mantenidos en una oscuridad constante para observar sus patrones de actividad.
Los científicos descubrieron que los roedores criados en las condiciones de verano mantenían una rutina diaria, pero los que fueron sometidos a poca luz tuvieron dificultades para adaptarse a los cambios, con una lentificación consistente en sus periodos de actividad diaria.
Los investigadores analizaron también la actividad de un gen en el cerebro que se sabe influye en el reloj biológico y descubrieron un patrón similar: los ratones nacidos en invierno tenían una actividad más lenta en el "reloj maestro cerebral" que los ratones nacidos en verano.
Experimentos posteriores confirmaron que cuando los ratones ya eran adultos, los relojes biológicos y la conducta de los animales nacidos en verano siguieron siendo estables y "alineados" con el tiempo de crepúsculo y amanecer.
Pero en los ratones de invierno estos factores variaron considerablemente cuando los animales eran colocados en un ciclo de luz de verano.
Según el profesor McMahon "los ratones nacidos en invierno mostraron una respuesta exagerada al cambio de estación, la cual es sorprendentemente similar a la que muestran los pacientes humanos que sufren el trastorno afectivo estacional".
Los investigadores creen que esto demuestra que la cantidad de luz a la cual el cerebro humano se ve expuesto en las primeras semanas de vida, cuando se está desarrollando, tendrá un impacto futuro en sus estados de ánimo y personalidad.
"Sabemos que el reloj biológico regula el estado de ánimo en humanos" dice el investigador.
"Si un mecanismo de 'huella estacional' similar al que encontramos en los ratones opera en el ser humano, éste no sólo podría tener un efecto en varios trastornos de conducta sino también un impacto más general en la personalidad" agrega.
Los científicos no saben cómo o cuándo exactamente ocurre esta 'huella estacional' pero ahora planean llevar a cabo más investigaciones para estudiarlo.

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