Los sentidos, además de proveernos información sobre el mundo que nos rodea, son una importante fuente de placer. Los seres humanos hemos evolucionado acompañados del sonido del mar y del viento, viendo las estrellas, el sol y la luna, sintiendo sobre nuestra piel la caricia de otros seres humanos, gustando del sabor de los alimentos y sintiendo el aroma de las flores.
Aunque muchas veces no le prestamos gran atención, el sentido del olfato es particularmente poderoso. Una de las novelas más importantes de este siglo "Remembrance of Things Past" escrita por el famoso escritor francés Marcel Proust comienza con los recuerdos evocados por el olor de una magdalena mojada en té.
Y es que según se ha descubierto posteriormente el sentido del olfato está conectado directamente al sistema límbico la parte del cerebro humano que controla las emociones y que también posee importantes funciones relacionadas con la memoria.
Percibimos un olor cuando unas moléculas aromáticas penetran la cavidad nasal estimulan los terminales nerviosos encargados de detectar olores. Estos
terminales convierten el influjo de moléculas aromáticas en impulsos nerviosos y los envían al sistema límbico en donde, dependiendo de que tipo de aroma se trate, provocan diversos tipos de reacciones emotivas y estimulan recuerdos. Estudios recientes confirman que los olores que percibimos tienen un impacto significativo sobre nuestro estado anímico.
Por otra parte, la importancia del sentido del olfato puede verse en las observaciones hechas por el Dr. Alan Hirsch, neurólogo radicado en Chicago que encontró que los pacientes que habían perdido el sentido del olfato también
presentaban un alza significativa en problemas tales como depresión y ansiedad. Se han llevado a cabo diversos estudios en los que se ha encontrado que algunos aromas pueden calmar la sensación claustrofóbica que sienten algunas personas en elevadores o cuando son sometidas a tratamientos médicos en los que tienen que estar un buen rato en el interior de una máquina. Se ha estudiado también cómo ciertos aromas pueden mejorar la productividad en el trabajo.
Ahora bien, aunque en la aromaterapia moderna el sentido del olfato tiene un lugar preponderante lo cierto es que esta va más allá. La aromaterapia, contrario a lo que podría pensarse no es únicamente el uso de los aromas u olores sino que más bien se fundamenta en el uso de lo que se conoce como aceites esenciales. Estos son esencias aromáticas sumamente concentradas que se extraen de las flores, hojas, raíces o ramas de numerosas plantas. Estos aceites contienen una gran variedad sustancias que poseen propiedades útiles combatir bacterias, virus y hongos. También contienen hormonas, y numerosos nutrientes.Las propiedades terapéuticas de los aceites esenciales se conocen desde la antigüedad. En el sistema de medicina de la India conocido comoayurveda se utilizaron desde tiempos remotos una gran variedad de
aceites esenciales. Los egipcios utilizaban aceites aromáticos como medicina, al igual que para el masaje y los baños. Los griegos y romanos también empleaban aceites aromáticos para sanar heridas, lubricar la piel, repeler insectos, purificar el aire, y embalsamar cadáveres. En el siglo X se descubrió en Arabia un proceso de destilación que dio fama a lo que se llegó a conocer como los "perfumes de Arabia".
Durante la época de las cruzadas este proceso fue llevado a Europa por los cruzados. Desde aquel entonces los aceites esenciales han formado parte de la herbología occidental.
A partir de finales del siglo XVIIII comienza el desarrollo de medicamentos sintéticos con lo que el uso de aceites esenciales fue eclipsado. Sin embargo, un accidente en un laboratorio químico a comienzos de la década de 1920 revivió el uso de estas sustancias y lanzó una nueva era de investigaciones y aplicaciones de la aromaterapia moderna. En esa época el químico francés René Maurice Gatefossé trabajaba en su laboratorio en el desarrollo de un nuevo perfume. De momento se produjo una explosión que le quemó un brazo. Cercano al él había un envase con aceite de lavanda y allí Gatefossé, presa del dolor sumergió su brazo. Rápidamente sintió alivio a su dolor, pero más sorprendente fue que posteriormente y comparado con otras quemaduras que había sufrido anteriormente, esta sanó con rapidez, no dejó cicatrices y ocasionó muy poco dolor. Gatefossé se sintió intrigado y decidió estudiar más de cerca las propiedades de la lavanda y otros aceites esenciales. En 1928 publicó en francés un libro titulado Aromatherapie acuñando así este término del cual se deriva nuestro término aromaterapia.
En aquella época el trabajo de Gatefosse no despertó mucho interés entre los científicos y los médicos. Sin embargo, durante la segunda guerra mundial el médico francés Jean Valnet, utilizó con éxito varios aceites esenciales para tratar las heridas sufridas en el campo de batalla por los soldados. Una vez terminada la guerra Valnet siguió experimentando con la aromaterapia, extendiendo su uso al tratamiento de problemas emocionales. En 1964 Valnet escribió un libro con el mismo título que el anterior de Gatefossé. Este librose convirtió en el libro de texto fundamental de la nueva disciplina.
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