Isaac Newton descubrió que cuando un haz de luz blanca choca contra la superficie de un prisma, esta se divide en colores cuya longitud de onda varía desde la más pequeña hasta la más grande, desde el rojo hasta el violeta. De igual modo sucede con la música, por ello los armónicos son los colores del sonido. Las ondas energéticas que producen el sonido se transforman constantemente, ni se crean ni se destruyen; y sólo existen en el momento, pero durante ese instante duran eternamente. En música, conocemos ordinariamente 7 notas musicales, que bien equivalen al sonido que emiten los 7 diapasones principales. Existe variaciones en la fabricación de diapasones que emitan sonidos modificados en relación a los 7 principales, no obstante profundizaremos en este aspecto más adelante.
El diapasón se inventó en 1711, fruto del trabajo de John Shore, trompetista de la corte inglesa. Se compone de una estructura metálica alargada en la que se puede observar dos prolongaciones en forma de púa. Vibran a 180 º. La fuerza de vibración se transmite a través del mango a 45 º. Cuando se hace vibrar, por inercia cada púa emite vibraciones entrecruzándose entre ellas y produciendo un sonido paradójicamente difuso. Si quisiéramos delimitar mucho mejor el sonido situaríamos un papel entre las dos púas mientras estas vibran, de forma que las ondas no se crucen.
La longitud del diapasón es la que determina la frecuencia. Hoy en día, los diapasones con mayor longitud que existen se emplean en la terapia craneo – sacral, para equilibrar los movimientos craneales primarios y armonizar el drenaje de líquido cefalorraquídeo a través de la médula espinal y por consiguiente la gigantesca red nerviosa que inerva todo el organismo.. El diapasón original no llevaba pesas esféricas en los extremos de cada púa como observamos en los que se fabrican actualmente, no obstante posteriormente se añadió, pues se observó que amplificaban notablemente el volumen auditivo.
Los ordenadores y algunos relojes suizos llevan incorporado un mini diapasón de cuarzo de cristal en su interior, ya que su precisión posibilita marcar la unidad de tiempo. Por ello, se aprecia que la incorporación del diapasón a las nuevas tecnologías supone un avance importante.
Al apoyar un diapasón en vibración sobre cualquier superficie, la propia vibración provocará a su vez que por contacto la superficie también vibre, en nuestro caso es aplicable a los puntos de acupuntura, los 12 puntos “SHU” antiguos pertenecientes respectivamente a los 12 meridianos o canales. Puede utilizarse un sólo diapasón, o trabajar con más de uno del siguiente modo, pudiéndose aplicar:
Dos diapasones sobre el mismo punto, primero uno y luego otro
Dos diapasones sobre el mismo punto simultáneamente (por ejemplo, los correspondientes al “Do” y el “Mi” proporcionan un efecto sedante, pues ambas notas armonizan muy bien al unísono). El “Do” y el “Sol”, por ejemplo forman al unísono el tono más armónico de todos.
“Do” y “Re” no producen un sonido armónico, pues eso es lo que sucede al hacer sonar dos notas “vecinas” (consecutivas en la escala) al unísono.
Dos diapasones, una a cada lado del cuerpo, pudiendo alternarlos e ir cambiando.
El tono estándar o de concierto es una nota o frecuencia con la que se afinan y ajustan todos los instrumentos. Dado que el diapasón es el instrumento cuya vibración es la base de afinación del resto, se toma como referencia la nota “La” porque cuando John Shore lo inventó el sonido que producía al azar al hacerlo vibrar era el “La”. Por ello, cabe matizar que desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, la frecuencia de onda vibratoria del “La” fluctuaba entre 395 y 505 Hz, según la zona geográfica de Europa a la que nos pudiéramos remitir. No obstante, actualmente tras siglos de polémica controversia, se estableció por consenso que el tono estándar sería de 440 Hz (ciclos por segundo) para el “La” central. Lo ideal sería tomar como referencia el “Do” para la afinidad, pues es la nota del principio y del fin, sin embargo por lo comentado hasta ahora esto no es así.
Hoy en día cabe la posibilidad de “jugar” con las tonalidades y crear todo un sinfín de vibraciones a través de los diapasones. Está claro que los 7 diapasones hacen referencia a las 7 notas musicales, sin embargo se construyen diapasones que produzcan vibraciones equivalentes a semitonos. En música, se suele añadir en una partitura musical un sostenido o un doble sostenido. Johann Sebastian Bach creó la escala cromática de 12 notas, en la que cada nota está separada de sus vecinas superior e inferior por el intervalo de medio tono.
Aplicando todo esto al tema de las vibraciones, la energía y la acupuntura podríamos hallar una relación bastante clara entre estos tres conceptos. Sabemos que todo lo que nos rodea es energía, lo que es tangible para nosotros y lo que no. La energía se mueve y se transforma no de una forma lineal, sino en forma de ondas espiroideas sin uniformidad alguna, eternas, sin principio ni fin. La teoría del Big – Bang se basa en que una máxima concentración de toda la energía del universo girando sobre sí misma, y que provocó una gigantesca explosión, desprendiendo fragmentos en forma de espiral. En el caso de las vibraciones que pueda emitir un diapasón existe una fase de crecimiento, ralentización, punto de vibración máxima, ralentización y decrecimiento. Ni tan sólo esa vibración es estable y constante. Antiguamente, esto se explicaba mediante la “ley de las Octavas”, que trata de representar la vibración con un esquema octogonal compuesto por ocho escalones (cualquier frecuencia puede ser multiplicada por 2: 1, 2 , 4, 8, 16, 32, 62, 128, 256... y así sucesivamente).
Esta ley la podemos encontrar aplicada en diversos campos: en la luz, en el calor, en las vibraciones químicas y también en la tabla periódica de los elementos. En la escala musical de siete tonos (DO, RE, MI, FA, SOL, LA, SI) entre el “Mi” y el “Fa” y el “Si y el “Do” (casi al inicio y casi al final de la escala de tonos) falta un semitono, que sí está entre las otras notas. Cuando una vibración inicia su recorrido sufre, a causa de la deceleración momentánea y del semitono que falta, una imperceptible desviación.
El Teorema de Pitágoras esta muy relacionado con todo ello por lo que expongo a continuación. El método pitagórico para la purificación y perfección del alma, enseñaba a conocer el mundo como armonía; el universo era un cosmos, es decir, un conjunto ordenado en el que los cuerpos celestes guardaban una disposición armónica que hacía que sus distancias estuvieran entre sí en proporciones similares a las correspondientes a los intervalos de la octava musical. En un sentido sensible, la armonía era musical; pero su naturaleza inteligible era de tipo numérico y, si todo era armonía, el número resultaba ser la clave de todas las cosas.
Si nos remitimos al número “áureo” o de oro, representado por la letra griega φ (fi) (en minúscula) o Φ (fi) (en mayúscula), veríamos que haría referencia a un número algebraico irracional. Se estableció como representación de una relación entre segmentos de rectas, hallándose esta proporción en cualquier objeto, o en la propia naturaleza: cohetes, caparazones de caracoles, el grosor de las ramas, construcciones arquitectónicas tales como escaleras de caracol (Gaudí, pionero en la construcción e invención de las mismas) todos ellos con formas espiroideas perfectas, sin principio ni fin.
Posteriormente todas estas teorías se vieron perfeccionadas con la aportación de los estudios matemáticos de Leonardo de Pisa, conocido como “Fibonacci”, y que dio fruto a la tan famosa y conocida serie numérica: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89... Me explico, si tenemos una espiral, dentro de la misma podríamos insertar un cuadrado dentro de cada círculo “abierto” de la espiral. Cada lado recto del cuadrado se correspondería con un número de la serie de Fibonacci. Las pirámides egipcias se construyeron en base a estas deducciones. Podría profundizar en el tema del efecto piramidal, no obstante me desviaría de plasmar el objetivo de este artículo, pudiendo remitir este tema y dejarlo disponible para posteriores y futuros artículos.
En conclusión, la energía vibratoria que emite un diapasón aplicado en el campo de las terapias alternativas supone una herramienta de trabajo imprescindible, en mi opinión para la armonización de los canales de acupuntura (aplicable a los puntos “Mo” y “SHU antiguos”), chakras y demás; bien sea acercando la vibración al cuerpo sin tocar, simplemente escuchando cada tonalidad, provocando vibraciones directamente sobre la piel, o bien a través de las agujas de acupuntura. El campo de actuación es infinito y eterno, como la energía que se mueve en forma de espiral. Sólo hay que intentar controlar una pequeña parte. El reto está servido... PD: Parte del contenido, facilitado por Nestor Kornblum, director y cofundador de la Asociación Internacional de Terapia de Sonido.
Buena explicación Elia, pero he echado en falta la explicación del uso a través de los diapasones de Chakras. Sabes si se impartió en clase??
ResponderEliminarHola Pedro, sobre la aplicación de diapasones a los chakras simplemente se comentó que los diapasones resultan muy útiles en su armonización, poco más. ¡Un besazo!
ResponderEliminarMe refería el uso de los diapasones sw Chakras sobre meridianos por ejemplo, utilizar el diapason del primer chakra sobre canal de vejiga, o el diapason del tercer chakra sobre canal de estómago y así, como se comentó alguna vez en clase...
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