“Ansiedad
de tenerte en mis brazos y en la boca volverte a besar…” nos
cantaba cuando éramos jóvenes Albert Hammond y ya antes a nuestros
padres se los cantó Nat King Cole. Y es que la ansiedad es un estado
mental que nos acompaña a lo largo de nuestras vidas en formas
diversas, unas veces como pensamientos negativos, constantes
preocupaciones, dificultades para dormir, dolor físico o psíquico,
sudoraciones, palpitaciones etc y puede llegar a convertirse en un
malestar crónico y generalizado.
Las
estadísticas nos dicen que uno de cada diez españoles padecerá
algún estado de ansiedad patológica a lo largo de sus vidas. Y en
estos momentos en que la realidad española se ha tornado tan
incierta para la mayoría de nosotros , la ansiedad se ha convertido
en la segunda patología mental, después de la depresión, en
cuanto a frecuencia.
Pero
no todo en la ansiedad es malo, algunas características son muy
útiles, especialmente en lo que se refiere al estado de alerta que
nos permite actuar en presencia de una amenaza o peligro y así
defendernos o ponernos a salvo. Lo que la convierte en un problema es
cuando esta alerta se dispara sin ningún peligro o cuando resulta
exagerada. Así podemos encontrarnos con muchas personas que viven
constantemente ansiosas, presas del miedo, la inseguridad y hasta el
pánico. En estas personas la ansiedad se ha convertido en una
enemiga, y determina su estilo de vida, convirtiéndolas en presas
fáciles para otras patologías como las fobias, la depresión y el
abuso de psicofármacos, tabaco y alcohol. El consumo de
tranquilizantes y somníferos ha pasado del 5% en el 2005, al 11,5%
en el 2011.
Hace
tiempo que la ansiedad dejó de ser considerada solo un síntoma que
acompañaba a otras patologías mentales, los profesionales vemos a
diario en nuestras consultas, cada vez más a personas que están
sufriendo mucho y que ven como cada día se va restringiendo y
devaluando su forma de vida. La ansiedad puede ser agotadora, causar
mucho dolor y sumergir a la persona en el negativismo, la búsqueda
del perfeccionismo, el pesimismo constante, la falta de esperanza y
finalmente la depresión. La persona se va encerrando en su mundo y
va perdiendo libertad; libertad de pensamiento y acción, libertad
para sentirse feliz , útil y realizada.
También
es muy frecuente la somatización y así encontramos que el 15% de
las personas que llegan con su médico de familia tienen ansiedad y
trastornos somáticos ya que cuando la angustia es excesiva el cuerpo
protesta y provoca cefaleas por tensión cervical, dolores
musculares, mareos, gastritis, colon irritable, problemas de piel
como la psoriasis y los eccemas. Muchas de estas personas no saben
que tienen ansiedad, acuden a consulta por sus achaques físicos y
constantemente están enfermas. Cuando solucionan su malestar al poco
tiempo vuelven con otros síntomas.
La
ansiedad forma parte de la vida como la tristeza o el envejecimiento,
pero es necesario saber manejarla, conocer su origen y mantenerla
bajo control. Para ello existen muchas clases de terapias, desde las
puramente médicas a base de fármacos, las piscológicas que
enseñan al paciente a mantener a raya los pensamientos negativos y a
gestionar adecuadamente la ansiedad a través de técnicas
específicas y Las terapias complementarias como la relajación, el
yoga o el tai-chi.
En mi
experiencia lo indicado es hacer un buen diagnóstico junto con el
paciente y encontrar el mejor tratamiento para cada caso particular y
en muchas ocasiones puede combinar distintos abordajes.
Hasta
aquí hablaremos de este tema por hoy.
Lo más
importante es mantener UNA VISIÓN ESPERANZADORA DE LA REALIDAD.
Si
llevas mucho tiempo estando “de los nervios”, no lo dejes más.
Los problemas que no se atienden a tiempo, solo pueden crecer y
complicarse. BUSCA AYUDA y SOLUCIONA TU PROBLEMA.

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