España vive su particular descenso a los infiernos, donde el poema del señor Dante Alighieri se ve representado casi a la perfección, tenemos de todo Avaricia, Pereza Gula, Traición, Fraude...
Nuestro sistema sanitario, uno de los mejores y con más calidad del Mundo -el quinto si creo recordar bien- está siendo vapuleado, reducido a una ridícula parodia y reflejo del actual sistema sanitario americano. El personal sanitario seremos los responsables de no poder atender a personas enfermas y necesitadas.
Con las actuales medidas políticas adoptadas sin consejo de los profesionales de la salud, el gobierno de pacotilla que nos dirige favorecerá un recrudecimiento de la aparición y rebrote de enfermedades hasta ahora controladas a nivel epidemiológico. Enfermedades como el V.I.H o la Tuberculosis no podrán ser detectadas, ni tan siquiera tratadas, favoreciendo la muerte de pacientes que hasta ahora podían vivir con calidad de vida. Se favorecerá un incremento del uso de los servicios de Urgencias como La nueva Atención Primaria de los inmigrantes, los cuales tras ser tratados volverán a enfermar tras no poder acceder a los tratamientos ni supervisión tras su alta hospitalaria.
En una carta de opinión publicada hoy en el País por el médico Federico Pulido Ortega hace eco de las reflexiones que esta semana nos encontramos muchos profesionales sanitarios, recomiendo escuchar las reflexiones mas extensas de este médico en su intervención en Cadena Ser:
Trabajo atendiendo a personas con infección por el VIH en un hospital
público. De los 1.000 pacientes bajo mi cuidado, unos 150 son
inmigrantes. Ni uno solo ha hecho turismo sanitario, y la mayoría no
sabían que estaban infectados cuando dejaron su país en busca de un
trabajo con el que ganarse la vida, o se han infectado estando en
nuestro país.
Muchos de ellos perderán la tarjeta sanitaria y su tratamiento
antirretroviral en agosto si se cumple lo anunciado por la señora
ministra. Serán los elegidos para morir por el bien de los españoles.
Ahorraremos algo de dinero de nuestras maltrechas cuentas dejándoles
morir, pero no nos importará porque son ilegales. No lo merecen. No
existen. Pero yo conozco sus nombres y sus caras y cuando me despida de
ellos en la consulta sabré que soy parte de la hipocresía de una
sociedad donde el derecho a la vida es solo para algunos. ¿Qué sentirá
un político tomando decisiones que suponen la muerte de personas en aras
de un bien supuestamente superior, como es la reducción del déficit?
Espero no estar nunca en su pellejo.— Federico Pulido Ortega.
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