Otras interesantes reflexiones de la profesora Araceli Cadavieco
Las expectativas nacen del apego e identificación a una creencia o imagen mental de cómo tienen que ser las cosas. Si exploramos un poco por debajo de la superficie, veremos que generalmente hay un deseo de controlar, de tener control sobre la situación, persona o personas objeto de nuestras expectativas.
Se dice que tener expectativas es hacer una invitación abierta a la irritación. Para identificar y reconocer nuestras expectativas, un método sencillo es auto-observarnos y detectar aquellos momentos en los que se genera intranquilidad o irritabilidad en nuestra mente.
Con una actitud neutral y honesta, en esos momentos en los que detectamos una reacción interna ante algo que está sucediendo, nos podemos preguntar: “¿A qué resultado estoy apegado? ¿Qué es lo que no encaja con mis expectativas?”.
En el momento en que nos damos cuenta y alcanzamos un nivel de comprensión de lo que nos sucede, gran parte del problema ya ha desaparecido. Cuando reconocemos que tenemos expectativas y que éstas nos impiden mantener tranquilidad y estabilidad en nuestra mente, el siguiente paso es aprender a distanciarnos y desapegarnos internamente de las mismas.
Puede ser en relación al comportamiento de una persona, tenemos la expectativa de que nos trate de cierta manera, o de que no nos critique o de que sea amable, y nada de eso sucede. O bien podemos tener la expectativa de que las cosas sucedan de una forma determinada, de acuerdo a nuestros deseos, y nuevamente nada de lo que esperamos sucede. En cualquiera de estos casos, el indicador de que tenemos apego y expectativas es el nivel de estrés e irritación que se genera en nuestra mente.
Liberarse de expectativas es esencial para disfrutar de la vida desde una mente tranquila y abierta. Un principio que nos ayuda a crear la actitud mental necesaria y desapegada para descartar las expectativas es el de que, en realidad, no podemos controlar nada externo a nosotros, pero lo que sí podemos controlar y manejar plenamente es la actitud interna desde la que respondemos a las situaciones de la vida.
Con Amor incondicional de.
Araceli Rosa Cadavieco
Un corazón abierto
El corazón es como una flor. A no ser que se abra no puede liberar su fragancia hacia el mundo. La fragancia del corazón está constituida por las cualidades y virtudes del espíritu.
La mayoría de nosotros hemos aprendido a cómo mantener nuestro corazón cerrado en un mundo que sentimos que nos lo puede pisotear si no lo protegemos.
Hoy en día, tener un corazón abierto parece requerir una enorme valentía. Sin embargo, esa valentía aparece en nosotros cuando nos damos cuenta de que nadie puede herirnos, no importa lo que digan o hagan.
Pueden herir nuestro cuerpo, pero si hemos comprendido y experimentado que somos un ser espiritual, un alma, entonces nada del exterior puede tocarnos, si así lo decidimos.
Poco a poco, practica abrir el corazón a aquellos que crees que te han herido. Date cuenta de que no fueron ellos quienes te hirieron, fuiste tu mismo. Y eso te enseñó a no confiar y cerraste tu corazón.
Un corazón cerrado está en la necesidad de abrirse. Y cuando lo hagas, habrás empezado el proceso de curación.
Finalmente, para sanar en profundidad las heridas e impresiones que todavía almacenas en el corazón, sumérgete en la meditación en el amor puro e incondicional de la fuente suprema. El amor de Dios está lleno de poder espiritual que limpia y libera el corazón de todo el dolor y el pesar acumulado en el pasado.
Y así tu corazón se vuelve limpio y fuerte. Puedes volver a abrirlo y esparcir su fragancia sin temor.
Con Amor de Araceli Rosa Cadavieco
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