Los problemas económicos están suponiendo un serio revés para el desarrollo científico para muchos países, y los que tienen menos recursos lo notan más. Y ese el caso de los países africanos.

La contribución aportada por el Instituto Nacional para la Alergia y las Enfermedades Infecciosas (NIAID) de los EEUU ya se ha agotado sin que el ministerio de la salud nigeriano haya aportado las partidas económicas prometidas. Si esas cantidades no se aportan pronto el centro tendrá serios problemas de mantenimiento y de suministros, con lo que sus interesantes líneas de investigación pueden quedar paralizadas (abandonadas).
La anemia falciforme, es una enfermedad endémica que afecta a 4 millones de personas en Nigeria. Los afectados poseen glóbulos rojos de menor tamaño, en forma de hoz (de ahí su nombre), y con menor capacidad de transportar oxígeno. Por ello los paciente tienen problemas circulatorios (los eritrocitos se adhieren a los vasos con facilidad), cardíacos (el corazón ha de realizar mayor esfuerzo para que el oxígeno llegue a todos los tejidos) y sufren de fuertes dolores vasculares. Uno de los productos vegetales empleados para combatir los efectos de esta enfermedad es el Nicosan, que se produce a partir de las semillas del pimiento de Guinea (Piper guineense), una planta que crece en África Occidental. El NIPRD ha desarrollado este compuesto y tiene la patente del producto, pero la empresa que se encargaba de la producción y su comercialización, la compañía química estadounidense Xechem International, ha dejado de producirlo pese a sus prometedores resultados. De hecho, en los últimos años el número de compuestos para tratar la anemia falciforme ha disminuido dramáticamente, y cada vez son más difíciles de encontrar.
El NIPRD tenía la oportunidad de realizar la fase III de unos ensayos clínicos sobre toxicidad del Nicosan. Además, este instituto es uno de los pocos centro africanos donde se puede probar de manera científica si un determinado extracto vegetal tiene propiedades medicinales. Y eso incluye a dos de las enfermedades infecciosas más extendidas del planeta, y también endémicas de Nigeria, como son la tuberculosis y la malaria. De momento la institución está en negociaciones para obtener fondos del Banco Mundial, el fondo de cooperación contra el SIDA y el ministerio de salud nigeriano.
Ya sabemos que la situación económica mundial no es muy halagüeña, que algunas compañías farmacéuticas aplican un capitalismo salvaje sin atenerse a las consecuencias sociales que ello provoca, que los políticos de Occidente tienen en los últimos lugares de su agenda la ayuda a África (aunque sí se acuerdan de ella cuando se trata de extraer esos recursos que disfrutamos cada día) o las enfermedades que afectan a los países subdesarrollados; pero a pesar de todo ello no ayudar a esta institución representaría una falta de visión de futuro alarmante.
Centro que estudien las propiedades farmacológicas de plantas que han sido tradicionalmente usadas por los habitantes de esas regiones desde hace siglos son necesarios. Y Nigeria necesita que el desarrollo se haga allí, en su país, para poder desarrollarse, para tener una industria propia sin depender del petróleo o el capital extranjero para su subsistencia. Cuento quimeras, ¿verdad? Es posible, pero dejadme unas líneas de utopía.
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