Alimentos que funcionan como hormonas

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No resulta muy apetitoso pensar en la comida como si se tratara de un cóctel de hormonas, pero ello puede ayudarnos a entender cómo afecta la dieta sobre nuestra salud. En realidad cabe considerar los alimentos como un conjunto de compuestos bioquímicos, afirma Donald Jump, bioquímico de la Universidad estatal de Oregón.

Las sustancias bioquímicas en una galleta o un trozo de brócoli desencadenan reacciones en las células humanas que se asemejan a las que provocan las hormonas, han escrito en Science Randy J. Seeley y Karen K. Ryan, de la Universidad de Cincinnati. Las hormonas son moléculas que se desplazan de una parte a otra del cuerpo e instruyen a determinadas células para que sinteticen cierta sustancia o realicen una acción.

Un equipo de investigadores de California y Japón demostró así que los ácidos grasos omega 3 de los alimentos se unen a una proteína especializada, denominada GPR120, que se halla en la superficie de las células musculares y adiposas. Cuando un ácido graso omega 3 se acopla a la proteína, igual que una llave se ajusta a su cerradura, esta pone en marcha una reacción en cadena que en última instancia protege al cuerpo frente a la inflamación o la ganancia de peso.

Ambas alteraciones, inflamación y ganancia de peso, se hallan implicadas en la diabetes de tipo 2. Por este motivo, Seeley ha conjeturado que las dietas que favorezcan el proceso celular desencadenado por GPR120 y otros similares podrían ofrecer una protección frente a esa enfermedad.

Los ácidos grasos no son los únicos compuestos en los alimentos que funcionan como las hormonas. Los aminoácidos pueden activar una cadena de reacciones en las células que controlan la división celular e influyen sobre la actividad de la insulina. La vitamina D y otras vitaminas participan en la respuesta inmunitaria del organismo. El receptor activado por los ácidos grasos omega 3 forma parte de una familia de proteínas, los receptores acoplados a proteínas G, que transfieren señales desde el exterior de la célula hacia el interior. Los científicos conocen la función específica de numerosos miembros de esa familia, pero todavía ignoran las moléculas que actúan sobre algunos de los receptores.

Las sustancias desconocidas que se acoplan a esas «cerraduras» podrían hallarse en los alimentos. El reto final consistirá en trasladar los hallazgos científicos a unas recomendaciones alimentarias claras.

Más información en Science.

— Marissa Fessenden

Fuente: Scientific American

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